miércoles, 4 de septiembre de 2013

Otra vez Zóltan Kódaly




            Mermelada ce ciruela y mientras las ciruelas se van cociendo, con azúcar y limón, (podía haberle puesto también canela y clavo, pero no lo he hecho), escucho las Danzas de Galanta, del compositor húngaro Zoltán Koddaly (1882-1967). Ya hablamos de ellas en un correo anterior pero interpretadas por una orquesta popular húngara. Es este caso las escucho a la Royal Philarmonic bajo la dirección de Charles Dutoit.
            Y es que el viernes, el jueves para algunos, tenemos el primer concierto del Ciclo 2013/2014 de la Orquesta Sinfónica de Navarra y, entre otras, interpretarán estas bellísimas Danzas de Galanta.
            "Estoy convencido de que cada una de nuestras melodías folclóricas húngaras es un dechado de arte de primer orden en muchos aspectos. Considero que estas canciones folklóricas son obras de arte igual de grandes que una fuga de Bach o una sonata de Mozart. Podemos aprender de esta música una tersura de expresión incomparable". Béla Bartók,. 
            Ningún período de la música clásica permaneció impermeable a las influencias de la música popular y ya comentamos como en el siglo XX Hungría alumbró dos grandes compositores  representantes de lo merjorcito del folklore en la música clásica; Béla Bartók (1881-1945) y Zoltán Kódaly (1882-1967) investigadores, divulgadores, pedagogos, amigos y residentes en Budapest

Ya comentamos también que Gálanta (actualmente perteneciente a Eslovaquia), la ciudad que da nombre a las Danzas, es una pequeña ciudad en la que creció el jovencito Zoltán Kódaly. Su padre era jefe de estación en esa localidad que tenía el honor de ser una de las paradas de la línea de ferrocarril Viena-Budapest que vertebraba el agonizante imperio austrohúngaro. Como en cualquier otra ciudad del mundo, las gentes de Gálanta cantaban y bailaban. y eso son las Danzas de Galanta, "una obra colorista, llena de contrastes y, sobre todo, de un sincero sentimiento de amor por las raíces culturales de cada uno, que no son ni mejores ni peores que las de los otros sino  que son, sencillamente, las que hemos mamado".  Al menos eso piensa Mr. Lombreeze.