lunes, 7 de agosto de 2017

Pavarotti - Petrarca Sonetos

Liszt compuso tres obras inspirado en tres sonetos de Petrarca. El poeta italiano del siglo XIV, escribió esos sonetos a Laura, un amor idealizado.
Liszt empezó a componerlos en 1830 pero no fue hasta 1846 cuando se publicó la primera versión, lo que refleja lo meticuloso y el largo periodo de maduración de sus trabajos. Incluso antes de salir a la luz estas composiciones, Liszt busca contrastar la opinión de su mujer, Marie D’Agoult con el siguiente texto en una de sus cartas : “Entre mis próximas publicaciones, y si tienes tiempo de echarles una mirada (después de cenar), están los Tres Sonetos del Petrarca (Benedetto, etc…Pace non trovo… y I’vidi in terra) para canto, y algunas transcripciones libres que hice de ellos para piano, en el estilo de nocturnos! Los veo singularmente bien acabados, y más redondeados que cualquier otra obra que haya publicado.”
A pesar de la satisfacción que muestra en esa carta, Liszt volvió a retocarlas  con motivo del libro italiano de Años de Peregrinaje y, posteriormente, en 1883 volvió a recomponerlas de forma sustancial. (Camino de la Música)
Pronto hará una década que nos dejó Pavarotti, van pues dos de los sonetos (con texto en español incluido): El soneto 47 y el soneto 104

SONETO 47
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Bendecidos el año, el mes, el día
y la estación y el sitio y el instante
y el hermoso país en que delante
de su mirar mi voluntad rendía.
Y bendecida la tenaz porfía
de amor entre mi pecho palpitante,
y el arco y la saeta y la sangrante
herida que en mi corazón se abría.
Bendecida la voz que repitiendo
va por doquier el nombre de mi amada,
suspiros, ansias, lágrimas vertiendo.
Y bendecido todo cuanto escribe
la mente que al loarla consagrada
en Ella y sólo para Ella vive.
SONETO 104
No tengo paz ni puedo hacer la guerra;
temo y espero, y del ardor al hielo paso,
y vuelo para el cielo, bajo a la tierra,
nada aprieto, y a todo el mundo abrazo.
Prisión que no se cierra ni des-cierra,
No me detiene ni suelta el duro lazo;
entre libre y sumisa el alma errante,
no es vivo ni muerto el cuerpo lacio.
Veo sin ojos, grito en vano;
sueño morir y ayuda imploro;
a mí me odio y a otros después amo.
Me alimenta el dolor y llorando reí;
La muerte y la vida al fin deploro:
En este estado estoy, mujer, por tí.