Bajo un cielo absolutamente azul,
en un día absolutamente veraniego, el verano termina. Los árboles siguen
vestidos pero sus primeras hojas, probablemente las que madrugaron más en la
primavera, empiezan a caer. Los castaños de Indias sueltan ya sus primeras
castañas y ya hay quien se afana en cogerlas y guardarlas cuidadosamente ya
que, como es sabido, las castañas curan el
reuma del cuerpo y slgunas cosas a los moribundos del alma…. Es
suficiente con llevar una en el bolsillo del pantalón o apretadita al cuerpo
con las ropas interiores… ¡¡¡¡A lo mejor es verdad!!!!
Paseo por la Vuelta del Castillo,
por los caminos que tantos y tantos
caminantes trazaron y que al Ayuntamiento le bastó con poner adoquines, losetas
o simplemente asfalto.
Continúa la tala de árboles;
estos días les ha tocado el turno a varios álamos, majestuosos ellos, pero con
sus raíces podridas. Los cedros dejan asomar cientos de pequeñas piñas, siempre
mirando al cielo. También los abetos rojos muestras las suyas, pero éstas miran
al suelo, caprichos de la naturaleza.
Algún valiente, no sé si bien o
mal pertrechado, escala el lienzo de la muralla de la Ciudadela. Lo que puede
ser un avispón asiático vuela tranquilamente a mi lado; lo trato con
indiferencia, aunque tal vez debiera darle un zapatazo. Un sin techo empaqueta
ordenadamente sus escasas pertenencias en la mochila, probablemente después de
haber pasado la noche al abrigo de alguno de los muros de la Ciudadela
Y… escucho música. Escucho el
poema sinfónico “La hija de Pohjola” opus 49, del compositor finlandés Jean Sibelius (1865 - 1957), un hermoso y
evocador cuadro musical, repleto de algunos de los mejores y más exuberantes
momentos de inspiración del compositor nórdico, pero he decidido escuchar “Finlandia”
opus 26 sin duda la pieza más conocida de Jean Sibelius, la más popular
en el repertorio orquestal y discográfico, la pieza en suma que más se asocia
al nombre de nuestro autor.
Estrenado como obra autónoma
(Sibelius toma el sexto cuadro de su “Finlandia Despierta”) el 3 de julio de 1900, el poema sinfónico
reveló al mundo la maestría poética de Sibelius, convirtiéndose en el punto de
arranque de un arrebatado sentimiento nacionalista frente a Rusia, del que el
compositor fue un excelso protagonista.
De ahí en adelante,” Finlandia”
se convirtió prácticamente en el segundo himno nacional, aunque debido a la
censura la obra se presentó en esos años con los títulos más diversos, desde el
cauto Nocturno hasta los más atrevidos Sentimientos Heroicos, o El Despertar de
la Primavera Finlandesa, práctica obligada hasta que Finlandia logró su
independencia luego de la Primera Guerra Mundial.”La belleza de escuchar”
Propongo la versión que, con
motivo del centenario de la independencia de Finlancia, ejecutó la Orquesta y
Coros de la BBC de Londres, bajo la dirección de Sakari Oramo, en los Proms de
Londres.
A disfrutar