El 15 de agosto
de 1974, a una con las Fiestas de
Tafalla, nace en Novosibirsk, Siberia, el violinista ruso MAXIM VENGEROV.
Retirado durante algún tiempo de los escenarios por diversas
razones, en 2012 volvió y muchos lo celebramos. Trascribo parte de un artículo
de Jesús Ruiz Mantilla aparecido con tan fausto motivo en El País:
“Entre
las buenas noticias de este apocalíptico y repugnante 2012 podemos rescatar
una: Maxim Vengerov ha vuelto. En estos momentos de escasa fe era necesario ser
testigo. Y el domingo pasado, en el Auditorio Nacional, quienes estuvimos
dentro del ciclo Juventudes Musicales, lo certificamos. Allí apareció el gran
Maxim, con su Stradivarius en la mano y al cuello de regreso a la fantasía
compartida con que su música nos vuelve a contagiar….
De Siberia (Novosibirsk, 1974), donde sus
primeros maestros y su padre oboísta certificaron el prodigio de un niño que
interpretaba a Schubert con seis años, se mudó pronto a aprender las leyes de
la perfección en cuerda a manos de grandes profesores aunque él siempre ha reconocido que
su principal guía espiritual ha sido Rostropovich.
Ganando
concursos y asombrando a los grandes directores, orquestas y auditorios del
mundo, Vengerov era el más rápido, el más virtuoso, el más voraz. Su energía
daba para eso y más. Para el arte y el altruismo como primer músico embajador
de Unicef, entre Sarajevo y Uganda, pero también para embarcarse en conciertos
de rock o pop fascinado por uno de sus grandes referentes, Michael Jackson, así
como para montar un espectáculo con otra de sus grandes pasiones: el tango.
¿Qué
nos encontramos a su vuelta? A un Vengerov en plena forma. A un Vengerov
riguroso, serio e irónico a la vez … En todo momento mostró un dominio de las
tonalidades y los estilos magistral, una riquísima expresividad, honda pero
nunca afectada ni atormentada, una presencia y una energía contagiosas. Ganas
de perdurar y asentarse con fuerza renovada fue lo que saltaba de sus cuerdas
tras la sorprendente retirada, a lo José Tomás, de los ruedos. Ha sido para
bien, para mejor y así lo pudimos certificar. Que dure”. Pues. Sí, la mejor
manera de celebrarlo es escuchándole tocar. He elegido “La Meditación” de “Thais”
de Jules Massenet.
Felicidades
Maxim, disfrutemos…
No hay comentarios:
Publicar un comentario