Alegrándome de haber nacido dónde
he nacido y de cuando he nacido, después de haber visionado un par de cortos de
la Sección Oficial del Festival de de Cine Documental “Punto de Vista”,
callejeo por Pamplona, sol radiante sobre la Plaza del Castillo, Chapitela,
Zapatería y San Antón, Ciudadela (que guarda celosamente los siempre verdes Abetos rojos y los
Cipreses de Lawson y las encinas, pinos y aligustres, y los, todavía desnudos, abedules y robles y
hayas y tilos y las falsas acacias y sóforas.
Viene a mi memoria que hoy,
Maurice Ravel hubiera cumplido ciento cuarenta y tres años. Y me apetece “festejarlo”
con algunos apuntes que leo por internet.
El 7 de marzo de1875 nace Ravel
en Ciboure (aquí al lado) Compositor
junto a Debussy, con quien se le suele relacionar habitualmente, es el gran
representante de la moderna escuela musical francesa. Conocido universalmente
por el Bolero, su catálogo, aunque no muy extenso, incluye una serie de obras
hasta cierto punto poco conocidas que hablan de un autor complejo, casi
misterioso, que evitaba cualquier tipo de confesión en su música.
Su obra es el fruto de una
compleja herencia y de hallazgos musicales que revolucionaron la música para piano
y para orquesta. Entre 1929 y 1930 Ravel compuso sus dos
conciertos para piano casi simultáneamente: el Concierto en Re Mayor para la
mano izquierda y el Concierto en Sol Mayor.
Ravel ya empezó a pensar en un
concierto para piano y orquesta allá por 1906, sobre unos temas vascos, que
provisionalmente tituló Zazpiak-Bat. En 1913 informó a su amigo Igor Stravinski
que estaba retomando este trabajo. Pero la
I Guerra Mundial desencadenó en Ravel una profunda crisis. No sólo se sintió
incapaz de componer durante el conflicto, sino que se dejó arrastrar por la
necesidad de combatir por su país. Se empeño en alistarse y se aplicó en
conseguirlo con la misma meticulosidad con la que componía. Fue declarado
inútil porque no daba la talla de altura ni el ancho de pecho. Se presentó
voluntario y tuvo que mover todas sus influencias para al final lograr su
ingreso en el Ejército. No en aviación, como Ravel pretendía, sino en un mucho
más modesto destino de conductor de camión en el frente de Verdún, como soldado
de segunda clase.
Este paréntesis de la Guerra hizo que Ravel
dejara los bocetos del concierto para piano en París y fue también el final de
su Zazpiak-Bat, aunque parte de su material fue reutilizado en el Concierto en
Sol Mayor que hoy nos ocupa.
El Adagio del Concierto es extraordinario,
recordando la profundidad y quietud de las Gymnopedies de Erik Satie. El piano
empieza sólo, y durante unos tres minutos interpreta lo que parece un lento
vals, aunque desconcertante por los ritmos cruzados entre acompañamiento y
melodía. El tiempo parece suspendido para cuanto entra la orquesta con los
vientos madera, introduciendo un tema que se contrapone a las filigranas del
piano. En algún momento Ravel dijo que el modelo de este movimiento era el
análogo del quinteto para clarinetes de Mozart, que siguió como guía absoluta.
Mañana 8 de Marzo, la mujeres
tenemos fiesta, mucho que celebrar y mucho que reivindicar por eso he elegido una versión femenina, la de
la pianista Helene Grimaud con el
director Vladimir Jurowski. Cuota? … Felicidades Maurice y gracias por tu
legado,
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