Pasan los días y pasan los meses
y yo paso los unos y los otros a veces
paseando y a veces en absoluto reposo. Hoy toca pasear. La Ciudadela en esta bonita mañana de la segunda mitad de
la primavera, se renueva. Las encinas, verdes todo el invierno, van añadiendo
brotes a sus ramas, los robles de un verde casi transparente, se van poniendo
sus mejores galas;a un grupo de chopos,
no sé si heridos por el rayo, o tal vez en su mitad podridos…. ni las lluvias
de abril ni el sol de mayo han conseguido hacerles asomar algunas hojas verdes…así
que no están, los han talado, en su
lugar, cinco o seis abedules empiezan a
crecer y en poco tiempo me harán olvidar que ese sitio era de los chopos. Las
falsas acacias lucen ya sus cuajados ramilletes de flores blancas.
Además de los jóvenes abedules,
hay nuevos inquilinos en la Ciudadela y algunos nuevos: seis o siete ginkgo
biloba y tres pinos pinsapo y digo nuevos porque, que yo sepa en la Ciudadela
no había hasta ahora ni de los unos ni de los otros.
Una pareja de tordos, estorninos,
mirlos? (chi lo sa…¡¡¡ Quién me enseñará a distinguirlos?), coquetean
descaradamente sobre el césped húmedo por el rocío y escucho música y la música
me distrae de lo que ven mis ojos o tal vez sea al revés, las cosas bellas que
ven mis ojos, me alejan de lo que escucho. Sea como fuere capto belleza: la
música?, la naturaleza?
Hace 205 años que nació Wagner y
escucho su música, concretamente “Las marcha fúnebre de Sigfrido”, incluida
dentro de la ópera “El ocaso de los dioses” (Götterdämmerung), de la tetralogía
“El anillo del Nibelungo”.
Leo algo sobre esta Marcha
Fúnebre en la revista Jot Down: “Es la representación sonora de la muerte del
héroe Sigfrido. Tras un inicio sutil e inquietante… Wagner nos sumerge en un
carrusel de altibajos grandilocuentes donde palpitan algunos de los momentos
sonoros más bellos y estremecedores jamás creados por este compositor. …Es una
pieza emocionalmente intensa hasta la extenuación, donde hay varios instantes
de clímax fabulosamente enlazados por pasajes intermedios que en ningún momento
parecen accesorios, ya que todas las partes de la pieza se van sucediendo de
manera perfectamente natural. La marcha fúnebre se inicia y se cierra de manera
suave, pero para cuando finaliza Wagner nos ha elevado a los cielos por lo
menos en un par de ocasiones. Por cierto, varios pasajes han sido utilizados con
mayor o menos fortuna en el cine, como en la fantástica (y bastante
infravalorada) Excalibur o aquella versión temprana de El hundimiento que fue
Los últimos diez días de Hitler, protagonizada por Alec Guiness. Lo dicho”. Ahí
la dejo, en la versión de la Staatskapelle de Berlín, bajo la dirección de
Daniel Barenboim en los Proms de Londres 2013.
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