miércoles, 23 de mayo de 2018

Marcha Fúnebre de Sigfrido - Wagner


Pasan los días y pasan los meses y yo paso los unos y los otros a veces  paseando y a veces en absoluto reposo. Hoy toca pasear. La Ciudadela  en esta bonita mañana de la segunda mitad de la primavera, se renueva. Las encinas, verdes todo el invierno, van añadiendo brotes a sus ramas, los robles de un verde casi transparente, se van poniendo sus mejores galas;a  un grupo de chopos, no sé si heridos por el rayo, o tal vez en su mitad podridos…. ni las lluvias de abril ni el sol de mayo han conseguido hacerles asomar algunas hojas verdes…así que  no están, los han talado, en su lugar,  cinco o seis abedules empiezan a crecer y en poco tiempo me harán olvidar que ese sitio era de los chopos. Las falsas acacias lucen ya sus cuajados ramilletes de flores blancas.
Además de los jóvenes abedules, hay nuevos inquilinos en la Ciudadela y algunos nuevos: seis o siete ginkgo biloba y tres pinos pinsapo y digo nuevos porque, que yo sepa en la Ciudadela no había hasta ahora ni de los unos ni de los  otros.
Una pareja de tordos, estorninos, mirlos? (chi lo sa…¡¡¡ Quién me enseñará a distinguirlos?), coquetean descaradamente sobre el césped húmedo por el rocío y escucho música y la música me distrae de lo que ven mis ojos o tal vez sea al revés, las cosas bellas que ven mis ojos, me alejan de lo que escucho. Sea como fuere capto belleza: la música?, la naturaleza?
Hace 205 años que nació Wagner y escucho su música, concretamente “Las marcha fúnebre de Sigfrido”, incluida dentro de la ópera “El ocaso de los dioses” (Götterdämmerung), de la tetralogía “El anillo del Nibelungo”.
Leo algo sobre esta Marcha Fúnebre en la revista Jot Down: “Es la representación sonora de la muerte del héroe Sigfrido. Tras un inicio sutil e inquietante… Wagner nos sumerge en un carrusel de altibajos grandilocuentes donde palpitan algunos de los momentos sonoros más bellos y estremecedores jamás creados por este compositor. …Es una pieza emocionalmente intensa hasta la extenuación, donde hay varios instantes de clímax fabulosamente enlazados por pasajes intermedios que en ningún momento parecen accesorios, ya que todas las partes de la pieza se van sucediendo de manera perfectamente natural. La marcha fúnebre se inicia y se cierra de manera suave, pero para cuando finaliza Wagner nos ha elevado a los cielos por lo menos en un par de ocasiones. Por cierto, varios pasajes han sido utilizados con mayor o menos fortuna en el cine, como en la fantástica (y bastante infravalorada) Excalibur o aquella versión temprana de El hundimiento que fue Los últimos diez días de Hitler, protagonizada por Alec Guiness. Lo dicho”. Ahí la dejo, en la versión de la Staatskapelle de Berlín, bajo la dirección de Daniel Barenboim en los Proms de Londres 2013.

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