Un día como hoy, 28 de diciembre,
de 1937, fallecía en Paría, a la edad de 62 años Maurice Ravel que había nacido
en Ciboure (aquí al lado) el 7 de marzo de 1875, es, junto con Debussy, el gran
representante de la moderna escuela musical francesa.
Su obra, frecuentemente vinculada al impresionismo,
muestra además un audaz estilo neoclásico
y, a veces, rasgos del expresionismo,
y es el fruto de una compleja herencia y de hallazgos musicales que
revolucionaron la música para piano
y para orquesta.
Reconocido como maestro de la orquestación
y por ser un meticuloso artesano, cultivando la perfección formal sin dejar
de ser al mismo tiempo profundamente humano y expresivo, Ravel sobresalió por
revelar «los juegos más sutiles de la inteligencia y las efusiones más ocultas
del corazón» (Le Robert).
Si os parece, vamos a rendirle nuestro homenaje precisamente con una de
sus imponentes obras orquestales, su “Bolero”.
1928 fue el año de la consagración para Ravel, quien realizó de enero a
abril una gigantesca gira de conciertos por Estados Unidos y Canadá que le
valió, en cada ciudad visitada, un inmenso éxito.
De regreso a Francia Ravel comenzó a trabajar en la que se convertiría
en su obra más famosa e interpretada. La célebre bailarina y coreógrafa Ida Rubinstein le
había encargado en 1927 un «ballet de carácter español» para el cual el músico
adoptó una antigua: el bolero. La
obra, que apuesta por durar alrededor de un cuarto de hora con sólo dos temas y una cantinela incansablemente
repetida, fue estrenada el 22 de
noviembre de 1928 frente a un público un tanto asombrado.
Su inmediato éxito y rápida difusión
universal lo convirtieron no solamente en una de las más famosas obras del
compositor, sino también en uno de los exponentes de la música del siglo XX Movimiento orquestal, se
caracteriza por un ritmo y un tempo
invariables, con una melodía obsesiva —un ostinato—
repetida una y otra vez sin ninguna modificación salvo los efectos orquestales,
en un crescendo que, in extremis, se acaba con una
modulación modulación y una coda estruendosa.
Pese a que Ravel dijo que consideraba la obra como un simple
estudio de orquestación, el Boléro esconde una gran
originalidad, y en su versión de concierto ha llegado a ser una de las obras
musicales más interpretadas en todo el mundo,
On propongo la versión de 1971
del grandísimo director rumano, ya desaparecido, Sergiu Celibidache, con la
Orquesta Sinfónica de la Radio Nacional Danesa.
A disfrutar y no me cabe la menor
duda de que vais a disfrutar es impresionante la paulatina transformación de la
música y del director…