miércoles, 7 de marzo de 2018

143 cumpleaños de Ravel


Alegrándome de haber nacido dónde he nacido y de cuando he nacido, después de haber visionado un par de cortos de la Sección Oficial del Festival de de Cine Documental “Punto de Vista”, callejeo por Pamplona, sol radiante sobre la Plaza del Castillo, Chapitela, Zapatería y San Antón, Ciudadela (que guarda celosamente  los siempre verdes Abetos rojos y los Cipreses de Lawson y las encinas, pinos y aligustres,  y los, todavía desnudos, abedules y robles y hayas y tilos y las falsas acacias y sóforas.
Viene a mi memoria que hoy, Maurice Ravel hubiera cumplido ciento cuarenta y tres años. Y me apetece “festejarlo” con algunos apuntes que leo por internet.
El 7 de marzo de1875 nace Ravel en Ciboure (aquí al lado)  Compositor junto a Debussy, con quien se le suele relacionar habitualmente, es el gran representante de la moderna escuela musical francesa. Conocido universalmente por el Bolero, su catálogo, aunque no muy extenso, incluye una serie de obras hasta cierto punto poco conocidas que hablan de un autor complejo, casi misterioso, que evitaba cualquier tipo de confesión en su música.
Su obra es el fruto de una compleja herencia y de hallazgos musicales que revolucionaron la música para piano y para orquesta.    Entre 1929 y 1930 Ravel compuso sus dos conciertos para piano casi simultáneamente: el Concierto en Re Mayor para la mano izquierda y el Concierto en Sol Mayor.
Ravel ya empezó a pensar en un concierto para piano y orquesta allá por 1906, sobre unos temas vascos, que provisionalmente tituló Zazpiak-Bat. En 1913 informó a su amigo Igor Stravinski  que estaba retomando este trabajo. Pero la I Guerra Mundial desencadenó en Ravel una profunda crisis. No sólo se sintió incapaz de componer durante el conflicto, sino que se dejó arrastrar por la necesidad de combatir por su país. Se empeño en alistarse y se aplicó en conseguirlo con la misma meticulosidad con la que componía. Fue declarado inútil porque no daba la talla de altura ni el ancho de pecho. Se presentó voluntario y tuvo que mover todas sus influencias para al final lograr su ingreso en el Ejército. No en aviación, como Ravel pretendía, sino en un mucho más modesto destino de conductor de camión en el frente de Verdún, como soldado de segunda clase.
 Este paréntesis de la Guerra hizo que Ravel dejara los bocetos del concierto para piano en París y fue también el final de su Zazpiak-Bat, aunque parte de su material fue reutilizado en el Concierto en Sol Mayor que hoy nos ocupa.
 El Adagio del Concierto es extraordinario, recordando la profundidad y quietud de las Gymnopedies de Erik Satie. El piano empieza sólo, y durante unos tres minutos interpreta lo que parece un lento vals, aunque desconcertante por los ritmos cruzados entre acompañamiento y melodía. El tiempo parece suspendido para cuanto entra la orquesta con los vientos madera, introduciendo un tema que se contrapone a las filigranas del piano. En algún momento Ravel dijo que el modelo de este movimiento era el análogo del quinteto para clarinetes de Mozart, que siguió como guía absoluta.
Mañana 8 de Marzo, la mujeres tenemos fiesta, mucho que celebrar y mucho que reivindicar  por eso he elegido una versión femenina, la de la pianista  Helene Grimaud con el director Vladimir Jurowski. Cuota? … Felicidades Maurice y gracias por tu legado,

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