sábado, 10 de marzo de 2018

Berlioz Sinfonía Fantástica 4 Movimiento

Hoy en la Ciudadela era día de bodas y no el mejor. La lluvia incesante ha destartalado todo el cortejo y ha causado estragos, especialmente, como suele ocurrir en estos casos, en ellas. Tules y gasas con el apresto perdido, lentejuelas sin brillo, recogidos de pelo que iban poco a poco abandonándose a la fuerza de la gravedad y tapando los pronunciados escotes, tacones imposibles en las manos y no en los pies de sus portadoras. Solo los novios se han librado del desaguisado gracias al oportuno paraguas de un paseante que, como yo, ha detenido su paseo ante tal espectáculo. A los novios, sin embargo, se les veía felices, al fin y al cabo, es su día de bodas.
Los primeros lirios –creo que son lirios- han florecido. Los taludes están espectaculares.
Y tenemos a quien recordar: un 8 de marzo falleció Hector Berlioz, un 9 de marzo nació Samuel Barber, un 10 de marzo nuestro D. Pablo, sí, Don Martín Melitón Pablo de Sarasate y Navascués, en la calle San Nicolás de Pamplona… pero voy a escuchar algo de Berlioz, algo de su Sinfonía Fantástica.
Leo en internet, en la página de Pago Gómez, un interesante trabajo sobre la gestación de esta sinfonía y os traslado un poquito.
“La Sinfonía fantástica es una obra programática. La música programática es aquella que tiene un programa, es decir, que trata de describir o evocar algún tipo de idea no estrictamente musical. La historia de esta sinfonía, en este sentido, es fascinante. Berlioz asistió en 1827 a una representación de Hamlet, de Shakespeare. El papel de Ofelia lo representaba una actriz irlandesa, Harriet Smithson, de quien Berlioz cayó fulminantemente enamorado. Berlioz intentó conocerla, pero su esfuerzo fue en vano. Empezó a escribirle cartas de amor, cartas que la actriz recibió durante más de cuatro años y que nunca contestó. Escribió la Sinfonía fantástica como forma de liberar la tensión por ese amor no correspondido. En 1832, Harriet asistió a una representación de Lélio, una continuación de la Sinfonía fantástica, y comprendió que ella era la protagonista que aparecía en la música. Finalmente, Berlioz y Harriet se conocieron y al cabo de un año se casaron. Pero el matrimonio estuvo lleno de penalidades.
La obra contiene lo que Berlioz mismo llamó idée fixe o leitmotiv. Un leitmotiv o motivo principal es un motivo que aparece periódicamente y que se asocia con un objeto no musical, como puede ser una idea, un sentimiento o una persona. Wagner lo utiliza mucho en sus óperas (el acorde Tristán o el motivo de Sigfrido, por ejemplo). En la Sinfonía fantástica ese motivo principal representa a la bien amada; aparecerá en diversas ocasiones a lo largo de la obra, transformado según las circunstancias dramáticas.
El programa de esta sinfonía no es algo que hayan deducido los críticos de música. El propio Berlioz lo redactó para las notas de programa del estreno.
Berlioz la tituló” Sinfonía Fantástica: Episodio de la vida de un artista” y tiene cinco movimientos
-Sueños - Pasiones
-Un baile
-Escena en el campo
-Marcha al cadalso
-Sueño de una noche de aquelarre
Berlioz publicó dos versiones de la Sinfonía, una con el texto descriptivo y otra sin él. Propongo el cuarto movimiento, del que Paco Gómez dice lo siguiente:
Cuarto movimiento: Marcha al suplicio
Esta es la descripción del propio Berlioz:
[MARCHA DEL SUPLICIO. Cuarta parte. Habiendo adquirido la certidumbre de que no solamente aquella a quien adora no responde a su amor, sino que es incapaz de comprenderlo, y de que, además, le es indigna, el artista se envenena con opio. La dosis del narcótico, demasiado débil para causarle la muerta, lo sumerge en un pesado sueño acompañado de las más horribles visiones. Sueña que ha matado a la que amaba, que está condenado, y que es conducido al suplicio y que asiste a su propia ejecución. El cortejo avanza al son de una marcha a veces sombría y salvaje, a veces brillante y solemne, en la cual un ruido sordo de pasos pesados conducen sin transición a los más atronadores estampidos. Al final de la marcha, los cuatro primeros compases de la idée fixe (el clarinete) reaparecen como un último pensamiento de amor interrumpido por el golpe fatal. ). Tras ese breve pensamiento, implacable, la caja la ejecución recuerda el destino cierto del artista. La cuchilla asesta el golpe fatal.
Va pues el cuarto movimiento, dirige Gustavo Dudamel

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